domingo, 6 de septiembre de 2009

Lima sin policías

A continuación, la versión de El Comercio

06/09/2009

Lima es la capital de Latinoamérica que cuenta con menos policías
http://www.elcomercio.com.pe/noticia/338393/lima-capital-latinoamerica-menos-policias_1

El promedio es de un agente por cada 1.696 habitantes cuando Naciones Unidas recomienda un policía por cada 250 personas

Los pasajeros del servicio de transporte público de Caracas, en Venezuela, deben compartir sus viajes con soldados del Ejército para evitar el repentino ataque de alguna banda de delincuentes. En Ciudad de México, los cárteles del narcotráfico azotan las calles con la venta de droga al menudeo y el asesinato selectivo. Y en Lima ni siquiera el técnico de fútbol Mario Gareca se salvó de que una banda de atracadores colombianos lo siguiera desde el banco donde retiró dinero hasta su casa para asaltarlo.

Con el mismo vértigo con que las ciudades latinoamericanas han crecido en el último medio siglo, el crimen y la violencia en ellas también se ha extendido.

El homicidio, el atraco a mano armada, la venta de droga o el llamado “secuestro express” encabezan las listas de los males que hoy golpean, en mayor o menor escala, a las capitales del Perú, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Puerto Rico, Uruguay y Venezuela.

Los gobiernos parecieran no darse abasto para combatir las estructuras criminales que cada vez lucen más organizadas, mejor armadas y con un accionar más violento, fruto, en muchos casos, del enorme poder corruptor que poseen y de las grietas que en el aparato judicial dejan la impunidad y la falta de justicia.

CIUDADANOS ATEMORIZADOS

Un carro y un destornillador pueden convertirse en el binomio perfecto para un asalto al paso en Lima. En mayo último, los habitantes de la ciudad centraron sus miradas en un hombre que, armado con una sencilla herramienta casera y protegido por una falsa imagen de taxista, se encargó de atacar y robar a mujeres jóvenes cuando salían de sus trabajos. Su nombre era Guillermo Dávila Mendoza y fue detenido unos días después por la policía. Había cometido más de 40 asaltos en unas semanas.

En una ciudad como Lima, donde circulan más de 330 mil taxis, de los cuales más del 50% es informal, no es raro encontrar olas delictivas de este tipo.

La inseguridad también se ha desbordado en otras ciudades. En Caracas, por ejemplo, datos extraoficiales señalan que hasta el 6 de junio del 2009, unas 371 personas habían sido plagiadas. Estiman que ese número podría llegar a 800 a finales de año.

En otras ciudades, como San Juan de Puerto Rico, el narcotráfico ha acentuado el número de homicidios. Contrario a lo que pueden reclamar otras capitales, allí no es la falta de policías lo que justifica los crímenes: existe un policía por cada 233 habitantes (Naciones Unidas recomienda uno por cada 250 personas), muy superior a lo que sucede en Lima, donde la media es de un agente por cada 1.696 personas.

Pero, donde el narcotráfico parece haber encontrado terreno abonado es en México. A los 547 delitos que en promedio se denuncian cada día, se suma el poder criminal de los grandes cárteles de la droga que han instalado en el Distrito Federal su residencia, su negocio y su poder destructor.

La microcomercialización de drogas es en gran medida la causante de la ola de violencia que se vive en México. “Por mantener el control de sus plazas tratan de amedrentar, de enviar mensajes a través de cuerpos decapitados o ejecuciones”, asegura Bernardo Espino del Castillo, coordinador general de delegaciones de la Procuraduría General de ese país.

En México, como en Colombia y con menor intensidad en Perú, los grupos de narcotraficantes se han apoderado de otros negocios legales e ilegales como la piratería, la extorsión, la prostitución, las apuestas, los juegos de azar, el tráfico de indocumentados y hasta la protección de barrios.

“Estos delitos son difíciles de controlar cuando se cuenta con apenas 22 mil policías para una ciudad de 8 millones de habitantes, más los 4 millones de población flotante”, dicen en la Secretaría de Seguridad Pública.

IMPUNIDAD Y CORRUPCIÓN

Dos películas, “Ciudad de Dios” y “Tropa de Élite”, reúnen los elementos básicos que resumen la inseguridad urbana en Río de Janeiro: milicias, corrupción oficial y crimen callejero.

Las milicias, integradas por narcotraficantes y policías corruptos, controlan extensas áreas pobres de la ciudad y se han apoderado de servicios públicos como el transporte y la televisión por cable, lo que les genera ingresos por 180 millones de dólares al año, un monto suficiente para corromper a la autoridad o financiar campañas políticas.

Además del control territorial por parte de los criminales, a los seis millones de habitantes de Río de Janeiro los aterroriza el número de asesinatos. Si bien las muertes pasaron de 4.081 en 1994 a 2.069 el año pasado, el índice de homicidios actualmente puede no ser real si se tiene en cuenta que las acciones de estas bandas incluyen la desaparición de personas, que pasó de 1.235 en 1991 a 2.050 en 2008.

Lo anterior, sumado a un fenómeno de corrupción en las filas de la policía, hace que las estadísticas sean poco confiables incluso para los mismos organismos de seguridad, especialmente por lo que tiene que ver con las llamadas “muertes en enfrentamientos”.

Esa pareciera ser la historia de Henry Silva, un joven de 16 años que el 2006 fue asesinado por la policía cuando regresaba a su casa, en Morro de Gamba, una favela de la ciudad, luego de ver un partido de fútbol. Los efectivos lo llevaron a un hospital e informaron allí que se trataba de un traficante de drogas que se había resistido al arresto.

Durante siete años la madre de Henry, Márcia Jachinto, investigó sola el crimen para demostrar que su hijo jamás había traficado con drogas, que no había portado armas y que era un estudiante ejemplar. Solo después de tantos años dos policías fueron condenados por el asesinato. “El motivo de mi lucha era probar que mi hijo no era narcotraficante”, dijo la madre.

Así como Brasil padece con las milicias, Bogotá con el resurgir del sicariato o Quito y Lima con bandas especializadas que planean durante meses sus asaltos y no temen asesinar a sus víctimas, Buenos Aires tiene en el robo de autos su principal dolor de cabeza.

Para el consultor en temas de seguridad, Jairo Libreros, el tema no es de poca monta. En ciudades en las que el crimen organizado aumenta, al poco tiempo comienzan a surgir fenómenos de sicariato. Y es en el robo “donde se afina la capacidad delictiva, se da paso a las riñas, el ajuste de cuentas y el narcotráfico”, dice Libreros tras recordar que fue precisamente en el robo de autos donde comenzó su accionar criminal Pablo Escobar.

Y, mientras los gobiernos no encuentran una respuesta eficaz a la inseguridad, la corrupción al interior de sus organismos de seguridad no solo se expande como un cáncer que facilita el accionar de los delincuentes, sino que llena de dudas y temor a una sociedad que deja de confiar en quienes, constitucionalmente, están llamados a protegerla.

De mantenerse esta tendencia y con una ciudadanía atemorizada ya no por lo que pudiera pasar con sus bienes materiales sino con su propia vida, no estará lejos el día en que vuelvan a resurgir liderazgos locales que practiquen como única alternativa la política de endurecimiento de penas.

“El primer ejemplo que podemos mirar —señala Libreros— es el manejo que se le ha dado a las pandillas de las maras en El Salvador, donde para combatirlas se pasó de una política de “mano dura” a la “súper mano dura” y ahora van en la “mano de hierro”; se pasará de una política de seguridad ciudadana a una penitenciaria sin que esto signifique una solución verdadera”.

*PRECISIONES

Estrategias*

México


Desde el 25 de junio , a las operaciones contra la micro-comercialización de drogas se sumó el Ejército. Se concretó la reforma penal que establece que sean las autoridades locales las encargadas de combatir este problema.

En Quito (Ecuador)

El 2003 se creó la tasa de seguridad. Por ese concepto, entre el 2003 y mayo del 2009 se recaudaron más de 33 millones de dólares. Con los recursos se han construido unidades de Policía Comunitaria y se han comprado patrulleros y motocicletas. También se han instalado 128 cámaras de video para supervisar áreas públicas,

Bogotá (Colombia)

Se identificaron 31 zonas críticas donde se concentran delitos como el atraco callejero y el homicidio. A partir de esa georreferenciación, se diseñaron planes para atacar el crimen.

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