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Sábado, 12/09/2009
Prestamista chalaco muere con balazo en la cabeza
Por Edgar Cirilo
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La viuda, en declaración preliminar a la policía, dijo que su cónyuge cogió su arma de fuego y amenazó con matarse apuntándose a la cabeza.
Un velo de misterio cubre la extraña y sangrienta muerte de un prestamista y pequeño empresario que recibió un impacto de bala en la parte posterior de la cabeza, en el interior de su casa en el Callao.
Por los hechos nada claros, en el fallecimiento de Godofredo Manuel Vásquez Alegre (46), el fiscal de turno dispuso que agentes de Homicidios de la Divincri Callao investiguen el caso.
Eran las 10:00 de la mañana de ayer cuando el ruido de tres disparos en la habitación del segundo piso del inmueble de la Mz. H-2, lote 36, alarmó a los vecinos de la urbanización 'José Boterín'.
Amenazó con matarse
Luego se oyeron gritos y el llanto desesperado de personas en la vivienda. Una de ellas era Marcela Chipana, esposa del occiso, que sufrió una crisis nerviosa ante los restos de su pareja.
Al lugar acudieron los paramédicos, que se limitaron a certificar el deceso de Godofredo Vásquez.
La viuda, en declaración preliminar a la policía, dijo que su cónyuge cogió su arma de fuego y amenazó con matarse apuntándose a la cabeza.
Explicó que por todos los medios trató de evitar el suicidio y forcejearon, pero el arma se disparó tres veces. El último tiró dio en la cabeza del prestamista.
El cuerpo quedó tendido en posición decúbito ventral sobre un impresionante charco de sangre. Hasta ese momento, todo indicaba que se trataba de una autoeliminación.
Pero los peritos forenses y detectives se percataron que el orificio de entrada de la bala estaba en la región occipital y no a la altura de la sien como se informó primero.
En el lugar se halló los casquillos y el arma de propiedad del difunto.
Absorción atómica
Los agentes de Homicidios esperarán los resultados de la prueba de absorción atómica que se le hicieron al occiso, la viuda y un familiar que fue testigo.
Godofredo Vásquez tenía una vivienda de cuatro pisos, cuyas habitaciones alquilaba. Además, una tienda.
Según sus vecinos, también se habría dedicado a prestar dinero.
El occiso usaba una bota de yeso en la pierna izquierda. Se desconoce la dolencia que lo obligó a permanecer con dicha férula, aunque trascendió que le habrían diagnosticado una mortal enfermedad.
El comerciante deja en la orfandad a sus dos hijos de 14 y cinco años de edad. El mayor formaría parte de un club de fútbol del primer puerto.
Foto Trome
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