Las acciones delictivas son interminables. Ni bien ocurre una, otra, si no le sigue, está ocurriendo simultáneamente. Lo que antiguamente podría pasar como un hecho aislado, hoy es cosa de todos los días y en todos los lugares.
No por nada, apenas salimos a la calle vemos guardias armados, casas enrejadas, huachimanes por miles, "chalecos" contratados, gigantones fungiendo de vigilantes, etc. Es demasiado.
La misma sociedad no ayuda a revertir esta situación. Eso lo vemos en las "carnavaladas" (salvajadas de carnaval), o en los indeseables integrantes de las barras seudo bravas, que distraen el trabajo de la policía, la cual debiera dedicarse más a coger a cuanto delincuente ande por ahí.
Por otro lado, vemos que la reincidencia de estos criminales es de lo más normal. Es decir, su permanencia en la cárcel no es sino una pequeña pausa, unas cortas vacaciones en su proceder delictivo, muchas veces acompañado de muerte por asesinato, y siempre por traición.
Los malandrines y malandros están que hacen de la suya a su regalado gusto. No importa si eres fiscal de la nación, un anciano de 69 años, un enamorado en la playa, etc. Te asaltan en la combi, te asaltan en la playa, te atracan en los colectivos, te balean en la puerta de tu casa, te roban tu carro, te cogotean cuando quieran, la misma policía te gomea, es decir... Basta ya. BASTA YA.
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