domingo, 1 de marzo de 2009

Drogas, terrorismo, sicarios: cada vez peor

A continuación, la versión de El Comercio

AJUSTES DE CUENTAS EN EL ALTO HUALLAGA

Sicarios han asesinado a 20 en dos meses
http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/sicarios-han-asesinado-20-dos-meses/20090301/252777

En lo que va del año, la policía del Alto Huallaga (desde Huánuco hasta Aucayacu) ha contabilizado unas 20 muertes en manos de sicarios. En una zona donde durante años Sendero impuso las “leyes” que delimitaban el tráfico de drogas, hoy los ajustes de cuentas se suceden unos a otros sin ningún control entre narcotraficantes de menor escala y delincuentes comunes.

Fuego cruzado en el Alto Huallaga
http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/fuego-cruzado-alto-huallaga/20090301/252806

MIENTRAS LA POLICÍA COMBATE EL TERRORISMO, EL NARCOTRÁFICO AJUSTA SUS CUENTAS

Fuego cruzado en el Alto Huallaga

Asesinos a sueldo han matado a cerca de 20 personas en lo que va del año. La mayoría de las víctimas estuvo vinculada al delito de tráfico de drogas

Por: Ricardo León Enviado especial

Una moto Pulsar puede alcanzar una velocidad de hasta 120 kph: es ideal para escapar después de haber asesinado a alguien a plena luz del día, en la calle y ante decenas de testigos, ¿por qué no?

“Todos lo vieron”. Un periodista local observó el crimen a pocos metros de distancia: él llegaba con sus dos hijos al jirón Huaraz, en el centro de Aucayacu; ahí queda el colegio Wiracocha, donde un grupo de vecinos se reúne a jugar fulbito. Juan Carlos Simón Urday (28) también iba a ingresar al local, también iba a jugar fulbito, pero aparecieron dos sujetos a bordo de una moto y se desató una escena de violenta rapidez (y viceversa): alguien sacó un arma, le apuntó a la cabeza, disparó, la víctima acusó el golpe, otro disparo, la víctima cayó, silencio, asomaron los curiosos.

Los asesinos fugaron sin siquiera cubrirse el rostro: ¿para qué, si nadie los iba a delatar? Solo dieron la vuelta en u y se fueron en una Pulsar. La vida es muerte que viene, diría Borges. En el Huallaga, esa muerte viene en moto.

EL PASADO CONDENA

Se comentó: fue un ajuste de cuentas. Se dedujo: la víctima tenía algo que esconder. Luego se conocieron detalles relacionados al descubrimiento, en octubre del 2008, de un laboratorio donde se procesaba clorhidrato de cocaína, ubicado en una chacra del caserío Las Mercedes (cerca de Aucayacu). Allí, los narcotraficantes habían enterrado una tonelada de acetona, un insumo para la elaboración de la droga.

La policía no la encontró, como tampoco la encontraron sus dueños una vez que regresaron a buscarla. La chacra pertenecía a un familiar de Simón Urday, y era este uno de los pocos que conocía el escondite. Lo buscaron, le advirtieron, lo amenazaron, y él no hizo caso. Por las buenas, le exigieron devolver el monto equivalente (alrededor de US$60 mil) y nada. Por las malas, le cobraron la deuda el pasado 12 de febrero, cuando vestía ropa para jugar fulbito.

Con este ya son cerca de 20 los asesinatos similares registrados en el circuito Huánuco-Tingo María-Aucayacu, una muy fluida ruta del narcotráfico. Dice el fiscal Edison Salas —titular de la Segunda Fiscalía Provincial de Huánuco— que ni en la peor época sembrada por el terrorismo hubo tanta muerte junta. Sobre un mueble de su oficina hay un chaleco antibalas nuevo: “Lo pedí hace unos días, por si acaso”.

Paradójicamente, la pérdida de dominio territorial de SL en esta región ha dado lugar a una proliferación de narcotraficantes de rango medio y bajo sin ningún control, sin ninguna regla. Los terroristas, aliados al narcotráfico, habían impuesto una especie de “reglamento interno” para las firmas dedicadas al tráfico ilícito de drogas y sus miembros. Pero la muerte de los principales mandos militares de “Artemio”, cabecilla del Comité Regional del Huallaga de SL, sumada a la captura de varios “capos” de la droga, terminó con este control del mal (ver infografía).

MUERTE POR CONTRATO

Entonces, la disciplina del caos se implantó en la región y los muertos aparecieron regados por las calles. Uno de los primeros asesinatos de esta oleada fue el de Nelson Neyra Jaimes, el pasado 8 de enero. Dos sicarios —siempre en una Pulsar— le dispararon cuando cerraba el local de su empresa de transportes, Brisas del Monzón. Años atrás había sufrido un atentado muy similar, pero sobrevivió a las balas. Esta vez no.

La Policía Antidrogas ya conocía el pasado de Neyra, que años atrás fue presidente del club León de Huánuco. Un atestado de enero del 2007 lo sindica como presunto narcotraficante tras el decomiso de 150 kilos de cocaína en Huánuco que pertenecería a una firma de la que, según la policía, él formaba parte. Fuentes judiciales de Huánuco comentan que la familia de Neyra no quiso colaborar con las investigaciones, que no dijeron nada. Que ese silencio alimentó las suspicacias.

“El sicariato se volvió un negocio”, comenta un policía de la Dirincri. Y rentable, además, porque las muertes se sucedieron.

El 12 de febrero —el mismo día de la muerte de Simon Urday en Aucayacu— aparecieron los cadáveres de Julio César Campoverde Valle “Gato” y de un sujeto conocido como “Culón”, ambos con balas en la cabeza y con denuncias por tráfico de drogas sobre la espalda. La policía supo del crimen porque al Frente Policial Huallaga llegó un sujeto identificado como Joel Carvajal y contó lo sucedido. Los asesinos secuestraron a los tres y los trasladaron desde Puerto Pizana (cerca de Tocache) hasta Santa Cruz (al norte de Tingo María). Carvajal logró escapar de una muerte segura forcejeando con uno de los secuestradores y huyendo por el monte, pero a los otros dos les dispararon en la cabeza: quisieron asegurarse.

BALAS PEDIDAS

Toda muerte violenta genera preguntas, más aun si viene encadenada a otras similares. Desde la jefatura del Frente Policial Huallaga, el general Ítalo Perochena tiene su propia lectura.

Las muertes de Héctor Aponte Sinaragua “Clay”, Epifanio Espíritu Acosta “JL” y Juan Laguna Domínguez “Piero”, los mandos militares que “Artemio” perdió, vinieron con rumores respecto de que los informantes de la policía habían llegado hasta el entorno más familiar, por así decirlo, del líder senderista. ““Artemio” quiere limpiarse de cualquier posible delator porque se siente rodeado, “sicoseado”. Si sospecha de alguno, lo “quiebra””, sostiene Perochena.

En términos económicos, un ajuste de cuentas implica regularizar el saldo de una cuenta. En términos criminalísticos, ese saldo lo determina el asesino. En el Alto Huallaga, ese saldo —la vida— no vale nada.

Violencia extrema en todos los niveles

La lista de muertos en manos de sicarios alcanza a delincuentes comunes: ellos también pagan sus culpas en clave de sangre.

Uno de los más conocidos era José Valdivia Quispe “Piernitas”. A él se le sindicó como integrante de la banda —el nombre es sugestivo— “Los dedos flojos del Monzón”, dedicada al robo, homicidio y con vinculaciones al tráfico de drogas. En octubre 2008, delincuentes mataron a Ronal Ramírez, cuando este intentó proteger a su esposa, una distribuidora de golosinas, y se acusó a “Piernitas” de haber brindado la información a los asaltantes. Una semana después, vinieron dos tipos en una Pulsar y le dispararon tres balazos: alguien lo había vengado y se sospechaba de un sujeto llamado “Chicapiernas”.

A las pocas semanas murió “Chicapiernas”. Fuentes policiales aseguran que lo mataron los hermanos de “Piernitas” y que le dispararon en la cara, desfigurándola. Así le arruinaron la vida y obligaron a la familia a velarlo con el ataúd cerrado.

EN PUNTOS
Una región insegura

El 4 de diciembre del 2008 la población se sumó a una multitudinaria marcha por la paz, que recorrió las principales calles de Huánuco y en la que participaron las principales autoridades, empresarios y representantes de la sociedad civil.

En la semana que pasó, el Poder Ejecutivo amplió por 60 días la declaratoria del estado de emergencia en la provincia de Leoncio Prado , y en los distritos de Monzón (provincia de Huamalíes) y Cholón (Marañón).

A continuación, la versión de www.hoy.com.pe

Matan de dos balazos a ex dirigente del León de Huánuco

Huánuco, 10 ene.-
http://www.hoy.com.pe/huanuco/noticias.php?noticia=630

El ex dirigente del León de Huánuco Nelson Neira Jaimes (38) fue asesinado de dos balazos, uno en la cabeza y otro en la mano derecha.

Dos sicarios le dispararon a quemarropa mientras cerraba la puerta del local de su agencia de transportes “Brisas de Monzón”, ubicado en el jirón San Martín Nº 541. El hecho ocurrió anoche las 7:40 p.m.

Su cuerpo agonizante fue llevado de inmediato por sus familiares al hospital de EsSalud, a donde ingresó a las ocho de la noche con diagnóstico: “inconsciente y paro cardiorespiratorio”, no latía su corazón y no respiraba, según el médico de guardia, Nicolás Huaringa Passuni.

Sin embargo, el galeno y personal asistencial lo reanimaron y lograron revertir el paro cardiorespiratorio por un periodo de una hora y 20 minutos. A las nueve y 20 de la noche falleció, con diagnóstico traumatismo encéfalo craneano por proyectil de arma de fuego, con orificio de entrada en la región occipital y sin orificio de salida, exposición de masa encefálica a través del orificio hacia afuera y hemorragia de fosas nasales superiores y vías aéreas superiores (sangrado en nariz y boca). La muerte le sobrevino por una hemorragia y shock hipobolémico neurológico.

Según fuentes policiales, tras las investigaciones preliminares, el hecho de sangre ocurrió ayer a las siete y cuarenta de la noche, cuando la víctima se disponía a cerrar la puerta de su local de transportes, instantes que dos sujetos se le presentaron y le dispararon por la espalda.

Los sujetos una vez logrado su cometido habrían huido por la misma dirección hasta llegar al jirón Tarapacá, donde le esperaba otro sujeto con una motocicleta a bordo del cual huyeron, pero antes de llegar a la intersección de los jirones Tarapacá y San Martín habrían disparado un tiro al aire.

Según versiones de algunos familiares, el atentado se habría producido minutos después de que los trabajadores de la empresa “Brisas de Monzón”, de propiedad de Nelson Neira, recibieron la visita de una Cofradía de los Negritos y los trabajadores aún permanecían en el local.

Fue su esposa la que estuvo todo el tiempo en el nosocomio y hasta su deceso en la Unidad de Shock Trauma, de emergencia, según se conoció.

Por otro lado, cabe recordar que años atrás Nelson Neira Jaimes sufrió un atentado contra su vida, resultando herido de bala, del cual se recuperó satisfactoriamente; pero esta vez la suerte le fue adversa.

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