jueves, 11 de junio de 2009

Delincuencia, un hecho de la vida

La vida se compone de muchas partes. Una de ellas es la delincuencia. Querer ignorar este hecho es insensato. El ser humano no es bueno, tiene sus maldades. Una de ellas es: delinquir. Unos delinquen un poquito y luego, se les quita. Otros se dedican de lleno a la delincuencia. Es un hecho de la vida.

Las enseñanzas de la religión confunden a la gente. Hay mucha incidencia en la presencia de Dios, pero dejan de lado que, al lado de Dios está el Diablo. Es más, según dicen los curas, Dios fue quien lo creó.

Es decir, la presencia del "maligno" es tan cierta como la existencia de Dios. Si uno cree en Dios, debe, entonces, por necesidad, admitir la existencia de Satanás, el diablo, el Señor del Mal, etc.

El ser humano, llamado así a todo aquel que tiene forma de humano, viene, "de fábrica", con esas características. Los maleantes son malos, por naturaleza. Pese a quien le pese. No tienen alma, es decir, son desalmados. No creen en nadie, no porque no quieran creer sino porque no tienen la capacidad de creer. No tienen consciencia, o sea, son inconscientes. No tienen escrúpulos; no se les puede apelar a que "sean buenos" puesto que son incapaces de concebir ese estado. Su naturaleza es mala, así es, así vienen, de fábrica.

Las pruebas que corroboran todo esto lo da la Historia. Y aún así, queremos creer que algún día las cosas sobre la tierra serán diferentes. Leer la Historia y no llegar a estas conclusiones es sencillamente estupidez. Después de dos mil años de cristianismo (para los occidentales, Bush incluído), la cosa no da esperanzas de que los próximos dos mil años sean diferentes, hablando de lo humano. El "ser humano" seguirá haciendo lo que ha venido haciendo, así pasen siglos.

Es así como concluimos que la delincuencia es eterna. Que las reincidencias son cosa fija. Que las cárceles, y en general todo el sistema penal, no sirven para un comino. Que el "ser" llamado, ingenuamente, "humano", solo por tener figura humana seguirá volcando toda su "inhumanidad" a diestra y siniestra, mientras un sistema políticamente "correcto" le respeta sus "derechos humanos".

El problema de las drogas nos muestra que éste nos ha aplastado. No sabemos resolverlo. Cada vez se reprime más, y a más represión más corrupción. Los gobiernos se dejan comprar por dinero proveniente de la "blanca"; los jueces igual; la policía le sigue atrás, etc. Y mientras tanto, la gente se sigue drogando, pues, los millones de tonelada que se venden, ¡se venden porque hay alguien que las compra! Y nadie ve gente tirada por las calles, muriéndose de ingesta de droga, como sí se ven cantidad de muertos y pistas ensangrentadas por la ingesta de alcohol. Y eso que se vende tanto o más que la droga.

El ser humano seguirá drogándose porque la droga es un negocio en el cual se puede hacer mucha plata. El riesgo de meterse al negocio está justificado por las ganancias que trae. Los costos, o sea, una pena de cárcel que se ve acortada por beneficios penintenciarios, es nada, comparado con la plata que trae meterse a un negocio donde el consumidor es quien hace que el negocio sea tremendo. Y ¿quién mete preso al consumirdor? o ¿por qué habría de meterlo preso?

Y así, mientras el problema de la droga nos supera, gastamos recursos de toda clase que de otra manera servirían para mantener a la policía contra la delincuencia -la que mata, la que asesina, la que secuestra, la que roba, la que viola, etc.- una policía, que también es otro "hecho de la vida" generado por la delincuencia que es a su vez otro hecho de la vida (a fact of life, como dirían los ingleses.)

Por lo tanto, estamos ante dos hechos de la vida: por un lado, la delincuencia eterna; y por otro, la fuerza policial para combatir a esa delincuencia. Cualquier día llegará "nuestro día", ya sea por caer víctima de la delincuencia o caer víctima del "fuego amigo". Todo esto cómo no, bajo el lema, hechos de la vida.

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