A continuación, la versión de La Razón de Bolivia
12/06/2009
Los cogoteros siembran luto en las calles
http://www.la-razon.com/versiones/20090611_006755/nota_256_827192.htm
Un grupo de cogoteros usó un minibús de servicio público para cometer al menos 11 asesinatos. La Policía pide que estos motorizados se confisquen.
• DELITO • En la foto se muestra cómo operan los cogoteros. Matan a sus víctimas y las abandonan.
El uso de vehículos de servicio público en hechos delictivos, como el caso “acogotamiento” (estrangulamiento) en El Alto, con al menos 11 muertos, se torna frecuente, según la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), que plantea confiscar estos motorizados y recomienda tener cuidado a la población.
El director de la fuerza anticrimen de La Paz, coronel Alberto Aracena, informó ayer que los vehículos de servicio público, como minibuses y taxis, son usados con frecuencia para cometer diversos delitos porque son los que prestan servicios a zonas alejadas y a altas horas de la noche.
Uno de los últimos casos ocurrió en El Alto.
-Osmar Molina Hubano,
-Jhonn Emilio Machaca,
-Marco Antonio Choque y
-un adolescente de 16 años
fueron detenidos a bordo del minibús de color rojo 1499-GUC, en el que terminaron con la vida de al menos 11 de sus víctimas.
El director de la fuerza anticrimen de El Alto, coronel Ramiro Cossío, sostuvo que los antisociales subían a su víctima al minibús y luego procedían a estrangularla con una chalina.
También se identificaron taxis en la comisión de delitos, no sólo de acogotamientos sino también en secuestros express.
Según Aracena, la fuerza anticrimen planteará que los vehículos que sean utilizados en delitos sean confiscados. “Vamos a hacer confiscar los radiotaxis, los taxis y los minibuses para utilidad pública porque son instrumentos del delito”, señaló.
Los choferes también son víctimas. La FELCC reportó que en la zona Sur encontró el cadáver de un chofer acogotado junto a su vehículo, del cual los delincuentes sólo se llevaron autopartes. “Ahora los delincuentes actúan con mayor violencia porque no le temen al sistema judicial, ni le tienen respeto ni a la Policía ni a la vida”, indicó Aracena.
El jefe policial recomendó a la población no subir en minibuses que tengan pocos o ningún pasajero a altas horas de la noche, mientras que a los choferes les sugirió que no cubran las rutas a lugares alejados de las ciudades.
Para Aracena, la justicia es permisiva porque no actúa con rigor contra los delincuentes.
Diprove reporta 831 robos
La Dirección de Prevención e Investigación de Robo de Vehículos (Diprove) informó ayer que en el primer trimestre de este año se reportaron 831 vehículos robados en todo el país, de los cuales se recuperó 381.
El director de Diprove, coronel Edwin Foronda, detalló que en enero se reportaron 287 robos, mientras que en febrero 255 y en marzo, 289.
Según las estadísticas, en Santa Cruz se reportaron 290 casos; en La Paz,148; en Beni,122; en Cochabamba, 110; en Tarija, 53; en Pando, 38; en Chuquisaca, 30; en Oruro, 30; y en Potosí se denunciaron 10 robos de motorizados, en tres meses.
En Santa Cruz se recuperaron 163 vehículos robados, mientras que en el resto de los departamentos el número es inferior.
En La Paz se recuperaron 42 de los 148 robados y en Cochabamba 61 de los 110 reportados.
Foronda recomendó a los propietarios de vehículos “extremar todas las medidas de seguridad a fin de que no sean víctimas de los denominados auteros”. Añadió que también es alto el robo de cerebros electrónicos.
A continuación, la versión de La Razón de Bolivia
12/06/2009
La política fría y la inseguridad
http://www.la-razon.com/versiones/20090611_006755/nota_245_827173.htm
En Bolivia, no se puede hablar de seguridad ciudadana, sino de inseguridad generalizada. Sin embargo, este tema no es prioritario, mucho menos ahora, cuando lo central es la política. Mientras tanto, los bolivianos, y los más pobres, deben rezar por su integridad física.
Tal parece que la agenda política generada desde la plaza Murillo no sólo concentra la atención de los líderes de opinión pública, sino que afecta la vida de miles de bolivianos que se ganan el día por su cuenta y riesgo.
La fórmula es sencilla: el presidente Evo Morales —dueño de una capacidad y talento mediáticos impresionantes— lanza discursos, viaja por todo el país, participa en actos inaugurales de programas incluso vecinales, moviliza a sus bases sindicales y campesinas en torno a sí, mientras su equipo de colaboradores ejecuta medidas para que el despliegue presidencial sea perfecto. En fin, aquí o allá, de madrugada o a medianoche, el aparato gubernamental y político, en movimiento y en sincronía.
Y la respuesta para aquella fórmula parece perfecta, la esperada: los líderes de la oposición política, los analistas de uno y otro sector, y las autoridades de las instituciones del recientemente nominado Estado Plurinacional responden como si fuesen parte de un corifeo. Con escasa iniciativa, pese a la gestión.
Hoy, la prioridad es política: las elecciones de diciembre, la victoria de la “segunda independencia”, la conformación del frente amplio, el encarcelamiento de los “terroristas”...
Mientras ese es el círculo cíclico de la política de nuestros días, en las calles, los bolivianos —principalmente aquellos que tienen muy pocos recursos económicos— circulan encomendando su vida al Altísimo, con la esperanza de llegar seguros a su destino. Sin embargo, las cifras incompletas de la Policía muestran lastimosamente que muchos no lo hacen y sus familias se ponen de luto o deben sufrir lo indecible por un robo o por la golpiza o agresión que sufrieron los suyos.
Los cogoteros, los atracadores, los auteros, los pandilleros, los violadores están ocupando cada vez más espacios del territorio boliviano y ponen en riesgo la vida de niños, jóvenes, adultos y ancianos.
En Bolivia, no se puede hablar de seguridad ciudadana, sino de inseguridad. Claro, como en anteriores gobiernos, este tema no es prioritario para el Ministerio de Gobierno y mucho menos aún ahora, cuando lo central es la política. Ahora, cuando la política lo define, la Fiscalía responde de inmediato, se moviliza sin tiempo ni descanso, al igual que la Policía, en casos de crímenes “escandalosos”. Vaya eficiencia.
Pese a la desconfianza de la gente y con muy pocos recursos, la Policía Boliviana intenta hacer lo suyo. Hace poco, una banda de cogoteros fue desbaratada en la ciudad de El Alto. Los delincuentes habrían confesado, según la información, que victimaron a unas 30 personas. Pero también hace poco, uniformados hallaron lo que parece ser el cementerio de los acogotados, en el camino a Yungas en La Paz.
En esas condiciones, algunos jefes policiales se ocupan de advertir a los ciudadanos para que tomen recaudos y, por ejemplo, no aborden un vehículo público, en horas de la noche, cuando éste se halla semivacío, porque podría estar conducido por un potencial atracador. Vaya incertidumbre.
Quizás los estrategas políticos, de uno y otro bando, supongan que la seguridad ciudadana no se traduce en votos, pero más allá del derecho que las autoridades tienen para ocuparse en lo suyo, los bolivianos esperan vivir más seguros en su país. ¿Habrá algo o alguien que se concentre en combatir a la inseguridad?
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